El error del etiquetado a la hora de mostrarnos la información nutricional del alimento (aspectos comerciales, tablas nutricionales y listado de ingredientes) hacen que el consumidor centre su atención en mensajes comerciales sobre la salud y que desconozca los ingredientes de composición, cuando en realidad debería ser al contrario, ya que el consumidor tras conocer los ingredientes del producto podría deducir si tiene o no beneficios para la salud. Esto hacen que se elijan pocos saludables y menosprecien los que son realmente sanos. La idea errónea de la mejora del sistema inmune por parte de productos lácteos fermentados es un ejemplo de este problema.
Desde el punto de vista comercial se intenta esconder los aspectos negativos del alimento a través de menciones como "aceites vegetales"en los cuales se utilizan versiones no saludables de aceites (palma,soja,maíz) o las de "sin azúcar añadido", que no se refiere a que el el alimento no tenga azúcar, sino que no tiene añadido más de la que ya contiene intrínsecamente.
También se intenta enfatizar propiedades asimiladas como beneficiosas. Es el caso de los alimentos "con vitaminas y minerales", cuando en realidad contienen cantidades ridículas de estos micronutrientes. Otros ejemplos son los productos que estimulan el crecimiento y aportan energía, con grandes cantidades de azúcar en su composición, al igual que aquellos que aportan hierro o calcio.
Además, otras menciones intentan diferenciar a determinados alimentos del resto sin aportar aspectos interesantes desde el punto de vista nutricional como son "receta artesana", "estilo casero" que directamente nos evocan a alimentos naturales y saludables. Otro ejemplo sería el de aptos para diabéticos, que nos hace pensar que son beneficiosos para esa patología cuando en realidad la mayoría de ellos no son saludables debido a las grandes cantidades de azúcar que contienen. Estas menciones conducen al consumidor a la quimiofobia y que tengan miedo a productos aparentemente malsanos.
Por último, existen menciones que intentan hacer pasar al alimento por una versión mejorada como es el caso de "receta mejorada" o "ahora con ginseng o vitamina B6" que hacen creer al consumidor que es más saludable el producto por las sustancias extras que contienen. Todo esto hace que los consumidores se dejen llevar más por el aspecto comercial que por la composición nutricional del alimento.
Por otro lado, existen menciones o declaraciones nutricionales que están legisladas por Europa y por tanto deben cumplir unos requisitos entre los que destacan: un aporte energético reducido en un 30% para que sea reconocido como light, contener menos de 0,5 gramos de azúcar por 100 gramos de producto para considerarlo "sin azúcar"o contener 6 gramos de fibra por cada 100 gramos para considerar ese producto "con alto contenido en fibra". Pero desgraciadamente, muchos productos se adueñan de estas estrategias como son los refrescos edulcorados, leches infantiles, patés de hígado...
También existen menciones o declaraciones de salud que hacen referencia al efecto que produce ese alimento en nuestro organismo y que son más beneficiosas para las empresas que para los consumidores, ya que muestran aspectos que no son tan saludables como parecen. Los lácteos fermentados y las galletas con esteroles vegetales son ejemplos de alimentos que se aprovechan de estas menciones, ya que dice contribuir al sistema inmune y al mantenimiento del colesterol respectivamente cuando en realidad no es así.
Algunos productos no pueden añadir estas menciones, por lo que esquivan la legislación a través de marketing llamativo y atractivo para el consumidor.
Con respecto a la tabla nutricional existe una problemática con la información tan imprecisa que nos aporta. En cuanto a las grasas aparecen las totales y a su vez clasificadas por familias entre las que se encuentran las saturadas, monoinsaturadas y poliinsaturadas. Este enfoque hace que el consumidor piense que las grasas saturadas son perjudiciales mientras que las insaturadas sean beneficiosa, cuando en realidad no siempre es así.
Dentro de los hidratos de carbono no se indica si el azúcar es libre, añadido o íntrínseco. De esta forma se generaliza con respecto a estos macronutrientes de forma errónea. Con respecto a las proteínas se nos ofrece la cantidad total de ellas y por tanto no se considera su digestibilidad ni si es una proteína completa (contiene gran cantidad de aminoácidos). Debido a esto, muchas voces plantean si la alternativa del semáforo nutricional es válida. Este semáforo es un sistema que nos permite conocer de una manera clara, sencilla y en un simple vistazo la cantidad de calorías, azúcares, grasa, grasa saturada y sal que la ración de consumo de un producto nos aporta. Pero este sistema perjudica a alimentos saludables, por lo tanto no es tan útil a la hora de decidir si un producto es beneficioso o no para la salud.
Debe modificarse la legislación con respecto al etiquetado para evitar acciones que pueden traer consecuencias negativas a la sociedad y no culpar de esta problemática a los consumidores ya que realmente son las verdaderas víctimas.
Una vez que nos hemos adentrado en la problemática que existe con respecto al etiquetado nutricional y los errores que existen en torno a él vamos a analizar las etiquetas de dos productos: uno saludable y otro ultraprocesado.
Empezaremos por el producto saludable:
En este caso se trata de CORN FLAKES de Carrefour BIO. En su etiquetado se pueden observar los ingredientes: maíz bio 94%, extracto de cebada bio, sal marina, emulgentes. También aparece en breve su origen e indicaciones de como conservarlos. Al ser producto que no contiene ninguna sustancia poco saludable, encontramos un contenido dentro de la etiqueta escaso, además se hecha en falta la tablas nutricionales, para que el consumidor pueda ver que macronutrientes (hidratos de carbono, grasa y proteínas) forman parte de él y en que cantidad se encuentran.
Ahora vamos a analizar la etiqueta del producto ultraprocesado:
En este caso se trata de MINI PINCIPE (galletas) envasadas. Podemos observar la lista de ingredientes entre los que aparecen componentes nada sanos como son el azúcar, emulgentes, y aceite de girasol, que aparecen mencionados como aceites vegetales, para hacer creer al consumidor que al ser vegetal son saludables para la salud, algo que no es cierto como ya hemos visto anteriormente. En esta etiqueta si aparece la tabla nutricional o información nutricional por cada 100 gramos del producto de la cuál podemos resaltar que este alimento tiene ¡¡29 gramos de azúcar!! También podemos hacer referencia a que según la etiqueta no contiene grasa/ aceite de palma, algo muy inusual en este tipo de productos.
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